Siento el escudo un poco menos mio

Era sabido por todos, tras la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, por la que el Valencia se vio obligado a tener propietarios y dejar de ser un club social, que algún día llegaría este momento. El momento en que algun rico se hiciera con el 51% de la sociedad y que, aquel que fue nuestro equipo, dependiera únicamente de él, de sus beneficios económicos o de sus caprichos personales.

Soler, que ya ha pasado a la historia como el peor Presidente que ha tenido nunca el Valencia, nos deja a los aficionados desamparados. Si finalmente Soriano ejecuta su opción de compra antes de diciembre (lo pongo en entredicho porque sé de buena tinta que no dispone de capital para ello) tendremos en Valencia un propietario. Si el panorama social con Soler de máximo accionista ya era desolador para el aficionado medio, un poseedor de la mayoría del club provoca grima.

Soriano, que ha sido inteligente en la busqueda de sus colaboradores, aunando con ellos a medios de comunicación y ayudas institucionales pero ha olvidado un factor que tal vez le preocupe poco: Los aficionados. Entrar de Presidente sin ser capaz de vender ilusión y teniendo en contra a la mayor parte de los clientes (porque al fin y al cabo en eso nos hemos convertido los que vamos al campo o compramos camisetas) no augura un gran futuro para la institución. Soriano ha sido incapaz de vendernos nada, no llega con una estrella del brazo, ni puede prometer retener a las figuras, ni tiene soluciones para la deuda del equipo.

El Valencia con Soriano no va a desaparecer. El pésimo estado de las cuentas que ha dejado Soler, el peor presidente de la historia del Valencia, es muy grave pero los recursos que genera este club son altos y mas que lo serán con el nuevo estadio. El problema es que ahora, al hipotecar nuestros recursos futuros hemos perdido la oportunidad de crecer.