lunes, 17 de mayo de 2010

Baraja, el adiós de una leyenda


Hay fechas en la vida que se quedan marcadas en la memoria. Normalmente no tienen que ver con el éxito, ni con el dinero sino con nuestros propios sentimientos. Son sucesos que provocan una serie de emociones que calan en ti para siempre. El post-partido contra el Tenerife, para mi, fue uno de ellos. Rubén Baraja, a hombros de sus compañeros, daba la vuelta al feudo valencianista mientras todo el estadio permanecía de pie aplaudiendo y coreando su nombre. En el sector 5, donde tenía mi butaca, todos mirábamos al frente, tal vez para no perdernos detalle o quizás para ocultar que nuestros ojos se habían humedecido con la emoción.

Y es que se marchaba Baraja. El jugador mas grande que ha pasado por Valencia en los últimos 20 años. Profesional en los buenos y los malos momentos, implicado, disciplinado, honrado, valiente, orgulloso... es tanto lo que se desprende de sus diez años al servicio de nuestro escudo que se me terminan los adjetivos.

Al salir del estadio escuché a padres orgullosos porque habían llevado a sus hijos al adiós de un histórico, a muchachos que juraban que un día contarían a sus nietos que habían estado allí, a amigos que se comparaban las palmas de las manos para ver quien las tenía mas enrojecidas de puro aplaudir y a los mas viejos del lugar comentar que nunca habían visto algo parecido.

Olvidar al, desde ayer, eterno ocho del Valencia va a ser imposible. En el campo es un tipo inteligente. Desde el centro, como le gusta, ve que un compañero sube la banda a toda velocidad. Y Baraja se la pone allí como nadie mas sabe hacerlo, pero si erra, no pasa nada. Él equipo le necesita. A la siguiente jugada volverá a pedirla, levantará la cabeza de nuevo y volverá a dar ese pase largo si lo cree conveniente. Porque el Pipo es inteligente, sabe que tiene que hacer con el cuero, es osado, nunca se esconde y encima tiene la calidad técnica para ponerla en el pie de un compañero que otea en el horizonte. El circulo central de Mestalla, que aunque nadie lo sepa disfruta viendo fútbol, lo va a echar muchísimo de menos.

Pero si sus méritos deportivos son mas que suficientes para convertirle en leyenda viva del valencianismo, sus méritos personales aun las rebasan con creces. Durante sus diez años en el club ha demostrado una fidelidad a prueba de bombas. Ha sabido aceptar sus diferentes roles durante ese tiempo. Si había que ganar una liga, pues él la ganaba. Si tenía que echarse el equipo a la espalda para que no bajara, pues se ponía el mono de trabajo y tiraba como un mulo de sus compañeros. Si por su edad había que bajarse el sueldo, pues lo entendía y no buscaba ni al Presidente ni a sus amigos de la prensa. Si malos compañeros le recriminaban su compromiso con el club que les había apartado, Don Rubén públicamente se comprometía con el escudo, ganaba una Copa del Rey y dejaba al equipo en primera división.

Este jueves, con otros compañeros de www.sentimentche.com voy a tener el honor de entregarle una placa conmemorativa de su paso por el Valencia, voy a darle las gracias y en una mas de las miles de muestras de cariño que ha tenido estos días, voy a pedirle que vuelva algún día. En Valencia necesitamos a gente así, como entrenador, como presidente, como ejecutivo o como speaker de Mestalla si hace falta. Sin conocerlo personalmente me aventuro a decir, sin temor a equivocarme, que Baraja es uno de esos en los que se puede confiar.

¡Gracias por todo Pipo!

2 comentarios:

Pluto dijo...

Estar de acuerdo con esto sería poco. Siempre Pipo!

Grande Pipo!

www.ciberche.net

Juan Al dijo...

Cuanto daño le he hecho el no ser un lameculos ni filtrador de la prensa