domingo, 16 de noviembre de 2008

El hijo del Directivo.


Cualquiera que haya tenido la suerte de estar en el vestuario de un equipo de fútbol, de sentir la humedad del lugar, que te cala los nervios pre-partido, de sufrir las bromas de los compañeros que quieren relajar el ambiente, de notar el ánimo de los mas bravos dispuestos a ganar el partido que va a empezar en breve, sabe de que le hablo. El entrenador es un tipo que habitualmente conoce su trabajo y aunque promete que nadie le influye en sus decisiones, en su fuero interno sabe que no es así. Un día, al comenzar los entrenamientos, llegó un chaval del brazo de un hombre bien vestido y llamativa corbata amarilla que estaba también el día que le firmaron su contrato. Tal vez no lo hubiera visto mas hasta ese día pero, en efecto conocía al de la corbata horrible. Este se dirigió hacia él y le dijo: "Entrenador, este es mi chico. Tratemelo bien."

Empezaron los entrenamientos y el chico no daba una. Era torpe con la pelota, lento de movimientos y poco dotado en general para el juego del fútbol. El entrenador pensó: "bueno, mi equipo es bueno y un jugador no se va a notar tanto entre once". Y el equipo empezó la temporada y empezó ganando. El equipo estaba en racha, vencía y convencía y aunque el hijo del directivo no aportara demasiado, sus carencias se disimulaban entre el talento del grupo.

Pero un día, el equipo perdió. El entrenador entró enfadado al vestuario, gritó a sus pupilos que cabizbajos aceptaban las críticas. El entrenador explicaba los errores tácticos cometidos, reprendió la falta de concentración del delantero y no pasó nada.

El sábado siguiente, el equipo volvió a jugar mal. Parecía que algo había cambiado, todos parecían peores, no daban un pase bien. Incluso el delantero, estrella del combinado había estado especialmente mal. El entrenador estaba furioso con sus muchachos. Entró al vestuario y la emprendió a voz en grito con todos ellos, tratando de hacerles reaccionar, de hacerles ver el peso del escudo que defendían. Uno de ellos, tal vez el mas veterano que había permanecido atento ycallado durante todas las charlas del año le dijo: "Mister ¿y usted que? Si alineara a los mejores, tal vez tendríamos mas posibilidades".

Con esta historieta, real y que ha pasado en casi todos vestuarios de fútbol, en todas las categorías desde regionales hasta primera división, pasando por las categorías infantiles y juveniles, quiero sacar a la luz, que la alineación injusta e indebida de un jugador no es suficiente para justificar una derrota. Sin embargo, los jugadores que conforman una plantilla no son tontos y si un entrenador quiere su respeto, tendrá que ganárselo. Solo así formara un grupo campeón.

1 comentario:

hoeman dijo...

No tengo ni idea a quien te refieres...