viernes, 27 de abril de 2012

La culpa no es de Unai

Todavía ando mosqueado viendo los resúmenes del partido de anoche. Es lo malo de perder contra otro equipo español; lejos de quedar la derrota en el olvido, se nos recordará día a día hasta pasar a formar parte de la historia del fútbol español que, para nuestra desgracia, nos recordará en años venideros que el Atlético llegó a la final tras vapulear al Valencia.

Y me enfado todavía mas cuando leo como se cargan las tintas contra Unai y él no es el culpable. Unai no es ningún genio táctico, no es el acicate de las consciencias de los jugadores, no es el general que insufla ánimos a su ejercito para salir victorioso en la batalla. No lo es.

Pero Unai es la consecuencia lógica del modelo de club que los aficionados hemos aceptado. Al final de temporada Alba se marchará al Barça, equipo que otrora fue nuestro rival y muchos diréis que se trata de una buena venta. Hemos hecho capitán a un tipo que trató de hacer desaparecer el club en los tribunales y Mestalla le aplaude. Mata triunfa en Inglaterra, como Silva, pero aquí rendimos pleitesía sin fisuras a aquel que los vendió. Al planear esta temporada no importó que necesitáramos un lateral lateral derecho, importó la pasta que podríamos sacar por Banega y por eso fichamos a Parejo.

El gran Valencia de hace poco, económicamente no estaba mucho peor que ahora, pero su Presidente tuvo que dimitir por vender a Mendieta, aun después de que ya hubiera dado su mejor rendimiento para nuestro club. Hoy día aquel orgullo de la afición que se negó a que se marchara al Real Madrid no es mas que un mero recuerdo. Puede que fuéramos soberbios, puede que nos supervaloráramos, pero el deporte sin esas ganas de ser mejor que el rival, aunque este sea per se superior, no tiene ningún sentido.

El club ha mutado desde su antigua personalidad que fue el sentimiento de orgullo de una Comunidad valiente y se ha convertido en una pequeña empresa de tráfico de jugadores, que pasan por nuestro club como trampolín a la fama y el dinero.

Y como nosotros lo asumimos, no es justo ahora hablar del entrenador. Él al menos fue fiel a sus principios.


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